52 im veterinaria Marina Álvarez ha trabajado en diferentes centros dedicados a tratar a perros y gatos. Actualmente desarrolla su labor en la Clínica Gàtika de Barcelona: “Disponemos de varios veterinarios externos a los que acudimos cuando tenemos que realizar pruebas diagnósticas más concretas o cirugías que escapan a nuestra competencia. Creo que es muy importante saber cuándo es el momento de pedir una segunda opinión a un especialista o derivar un paciente a algún centro de referencia”. Y es que la veterinaria es cada vez más un trabajo en equipo. Además, “en medicina veterinaria hay que estar constantemente actualizándose, ya que día sí y día no se publican nuevos estudios y opciones terapéuticas que podemos aplicar a nuestros pacientes”. Una profesión en constante movimiento a la par de una sociedad que cambia a pasos agigantados . En esta línea, ¿qué cambios destacan después de la pandemia? “Hemos notado una disminución en la cantidad de trabajo. Durante el primer confinamiento intentamos tratar más casos telemáticamente, pero la mayoría de las veces es necesario ver al paciente y explorarlo en consulta. Lo que sí hemos notado es un aumento en patologías o problemas causados o agravados por estrés, sobre todo en los felinos”. Un sector que, a pesar de haberse demostrado que es crucial, sigue sin estar valorado en su justa medida. “No creo que el Gobierno haya tenido en cuenta a los veterinarios”, afirma Marina, y añade: “El Covid-19 es una zoonosis como muchas otras enfermedades víricas o bacterianas que han afectado a la humanidad a lo largo de la historia, por lo que los profesionales veterinarios debemos ser partícipes en la gestión de las crisis sanitarias y en la prevención de nuevas enfermedades”. Prevenir antes que curar como parte de un concepto más global como es One Health: “Debemos ser conscientes de que la sanidad es algo que tenemos que trabajar desde multitud de disciplinas y colaborar de una forma más global”. Con todo, la falta de reconocimiento parte, en ocasiones, de los propios veterinarios. “El escaso reconocimiento social es un problema de desconocimiento. Lo habitual es que la gente no sepa que la veterinaria también se encarga del control, la higiene y la tecnología de los alimentos de origen animal”, lamenta Marina. Pero las clínicas de pequeños animales están preparadas para las nuevas necesidades de los pacientes: “Cada vez es más común que las clínicas tengan sus propios planes de salud, ya que es una buena estrategia para fidelizar al cliente y que acuda más rápidamente en cuanto detecte un problema en su mascota o para acciones preventivas”. Además del esfuerzo que están haciendo para preservar la calidad de la atención contra todo pronóstico, las clínicas de pequeños animales también tienen que hacer frente a un IVA elevado. “Tener una mascota no es un derecho básico, pero tenerla en buenas condiciones de salud, higiene y correctamente vacunada y desparasitada debería ser algo fundamental tanto por cuestiones de bienestar animal como por las repercusiones directas sobre la salud pública”. En este sentido, el Gobierno “debería crear planes para fomentar la economía de los negocios de autónomos y pymes independientemente del sector de estos, en lugar de subir la cuota de autónomos, como se está planteando estos últimos días”. Un sector actualizado que, sin duda, tiene mucho que brindar a la sociedad: “Somos de los profesionales con estudios universitarios peor pagados al terminar la carrera. Aunque hace dos años llegó el tan necesario convenio colectivo, las condiciones de éste y las tablas salariales son todavía insuficientes”. Marina Álvarez (Clínica Gàtika, Cataluña)
RkJQdWJsaXNoZXIy NTI5ODA=