59 im veterinaria Epilepsia y enfermedad discal, las patologías más prevalentes Aparte, implica que las enfermedades más prevalentes que los especialistas se encuentran en las consultas no sean las mismas. Mientras que en nuestro país la osteoartritis, la displasia de cadera o la rotura del ligamento cruzado sean los problemas más frecuentes para los veterinarios dedicados al sistema musculoesquelético y sistema nervioso, en territorio británico la ortopedia y traumatología, por un lado, y la neurología, por otro, son dos áreas bien diferenciadas. Así pues, como neurólogo, “de largo, las enfermedades más prevalentes son las convulsiones o epilepsia idiopática o estructural, así como mucha mucha enfermedad discal”. Señala Alcoverro que ahí “son muy populares los teckel o los buldogs franceses, por lo que vamos a muchos discos por semana”. También hay muchos carlinos, añade, “lo que conlleva muchas mielopatías compresivas y malformaciones”. Y si le llegan casos remitidos por el generalista y son patologías “cruzadas”, como puede ser una luxación de rótula, la comunicación es la clave, recalca el experto. “Cuando esto pasa, se le suele decir al veterinario: ‘oye, que me lo has mandado para neuro pero es trauma u ortopedia, ¿sigues queriendo que lo veamos en nuestro hospital y se lo paso al compañero traumatólogo, o lo quieres valorar tú? Es la separación de los veterinarios de cabecera y los especialistas, se trata de no robarnos el trabajo e intentar ayudar”. La sinergia entre los distintos estamentos de la que habla Emili Alcoverro es el pan de cada día entre los veterinarios británicos. Así lo pone de relieve con otro ejemplo. “Tenemos muchos perros con epilepsia. Los vemos, les hacemos una resonancia, el líquido cefalorraquídeo, les diagnosticamentos, les ponemos el tratamiento, etc. Pero después, para los controles analíticos del fenobarbital, los niveles, modificar la dosis o si hay un deterioro de las crisis, se establece esta especie de relación a tres partes entre el propietario del paciente, el veterinario de cabecera y el especialista”. Siguiendo con las enfermedades que más trata en su práctica asistencial y cómo ha cambiado el escenario de la neurología en los últimos años, el especialista indica que hay dolencias discales, por ejemplo, de las que antes no se tenía tanto conocimiento, porque, a su modo de ver, “igual se diagnosticaba más por mielografía”. “Ahora, sin embargo, realizamos muchas resonancias, y hay unas cuantas enfermedades discales que no son quirúrgicas y difieren de las clásicas extrusiones discales (hernias Hansen tipo I)”, agrega. Dicho de otro modo, “probablemente antes, con mielografía, se veía todo más o menos igual, por lo que se entraba y se operaba; hoy hay otro tipo de enfermedades discales y, por tanto, el tratamiento cambia”. Al respecto, Alcoverro hace referencia a “muchas mielopatías compresivas y no compresivas las cuales no hace falta intervenirlas pues existe más conocimiento sobre ellas”. En cambio, considera que hay otras dolencias como la epilepsia idiopática en las que no se ha avanzado demasiado, aunque solo farmacológicamente hablando. Desde hace diez años solo hay un fármaco nuevo para ella, la Imepitoína. Sin embargo, aclara que, “si bien seguimos utilizando las mismas herramientas farmacológicas, sí que hay más entendimiento de otros factores que afectan a la calidad de vida del paciente”. Visión holística del tratamiento Es decir, “se han abierto nuevos frentes desde los que abordar la epilepsia que antes no conocíamos”. Como por ejemplo, prosigue, “sabemos que afecta al comportamiento de los perros, hemos descubierto la importancia del eje cerebro-intestino, y también la importancia del microbioma, el papel de la dieta”. Abordarla desde un punto de vista holístico, Alcoverro lo ve como un avance también. Eso sí, aclara que “es función y obligación de los especialistas encargarnos de hacer un poco de pedagogía, tanto a los propietarios como a los veterinarios”. Bajo su punto de vista, “que no se quede todo en dar un diagnóstico y prescribir una pastilla; hay otros factores a tener en cuenta que mejoran la calidad de vida”. Así, manifiesta, “sabemos, por ejemplo, que hay un porcentaje no menor de perros con epilepsia idiopática que tienen factores desencadenantes de las crisis, como estrés, cambios de rutina, el celo en hembras no castradas, etc.” Vale la pena, valora, “que el perro esté más sano, con menos efectos secundarios, menos atáxico, o sedado”. Esto es fundamental, sobre todo teniendo en cuenta que muchas de las enfermedades que trata están asociadas al envejecimiento. En este sentido, recuerda que no solo avanza la neurología, sino todos los campos de la medicina. En consecuencia, “enfermedades crónicas, hormonales o neoplasias se tratan mejor y, por lo tanto, vemos más pacientes viejos actualmente respecto a hace 10 o 15 años”. Al mismo tiempo, se encuentran con más casos de síndrome de disfunción cognitiva, una especie de Alzheimer en perros y gatos. Todas son patologías asociadas a la edad. “No se quiere solo dar esperanza de vida sin nada más, esto no tiene ningún sentido. Buscamos dar esperanza de vida, pero con unos estándares de calidad. Las mascotas tienen un derecho que no tenemos los humanos, que es morir dignamente”, subraya en este sentido. “No es cuestión de prolongar la vida a toda costa”, comenta el neurólogo, pues “por lo general, no son afecciones potencialmente mortales, pero sí impactan hasta tal punto de cambiar la vida de las mascotas y sus familias”. Afortunadamente, desde su pequeña parcela no tiene la sensación de que el deterioro que muchas enfermedades causan en el animal se asocien a un alto índice de abandono. “Sí que es verdad que hay gente que cuando le dices lo que comporta el tratamiento de su mascota (un caso paradigmático, un teckel que se ha quedado paralítico y necesita una cirugía, un postoperatorio, un tratamiento, una rehabilitación, etc.), por la razón que sea, no pueda afrontarlo”. Él no lo ve muy a menudo, aclara, pero además en esos casos hay ONGs que ayudan a las mascotas a encontrar un mejor porvenir, tal y como concluye: “Las adoptan, se hacen cargo del tratamiento o intentan darlas en adopción a otras familias; hay otras opciones, afortunadamente, que no son la eutanasia”. “Las mascotas tienen un derecho que no tenemos los humanos, que es morir dignamente”
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