IM VETERINARIA #48

65 im veterinaria como Sagrada Família, pionera en este tipo de servicios, se iniciaban en la tarea del servicio de atención a animales de compañía, pero en un horario normal, es decir, un horario partido, de mañana y tarde; y nosotros iniciamos un horario continuo, con servicio permanente en la clínica. Había un equipo de veterinarios que rotábamos. Estábamos los fines de semana, las noches y la clínica no se cerraba nunca, estaba permanentemente abierta”. Comenta que realizaban urgencias y también la consulta del día a día. “En este momento hay clínicas que sólo son de urgencias, atienden casos de urgencia durante todo el día, pero no atienden la consulta normal, que ya no forma parte del servicio”, explica el veterinario. Las urgencias del día a día Aunque ya retirado, el trabajo de Ignasi Farràs ha sido muy importante durante años. Analiza que en el inicio de la actividad en la Clínica Sagrada Família, en los años 80, hubo una gran epidemia de parvovirosis en perros, que entró debido al movimiento de animales de compañía de importación y exportación; “y fue terrible, porque morían muchos cachorros. Era muy difícil que salieran adelante, aunque les dieras una medicación intensiva, sueroterapia, etc. Una noche teníamos diez perros con parvovirus y se murieron todos. Terrible”. A partir de aquí, destaca que algunas de las afecciones comunes en urgencias eran los traumatismos, perros que salían de paseo y los atropellaba un coche, u otros perros que, por ejemplo, salían lesionados o heridos en peleas. “Y cualquier hecho que hiciera peligrar la vida de un animal de compañía y requiriera atención. Muchas veces se le remitía a su veterinario ‘de cabecera’, y otras veces se quedaban en la clínica hasta que se acabara el tratamiento”. Actualmente, casi siempre las urgencias más frecuentes son las que tienen que ver con el sistema gastrointestinal. Así lo reconoce el experto: “Perros que vomitan, tienen diarrea, problemas digestivos en general, animales que se han omido algo inadecuado. En hembras, tanto perras como gatas, el aspecto genital también interviene mucho”, puntualiza. Los principales tratamientos se basaban según la valoración del estado del animal: si estaba febril o deshidratado, o con un cuadro convulsivo, etc. El experto pronuncia que cada tratamiento estaba indicado por lo que creían, empezaron a hacer terapias intensivas, incluso con bombas de perfusión de suero, controlando la cantidad de suero que se aplicaba. Todo el procedimiento de seguimiento de una deshidratación, por ejemplo. “En verano teníamos muchos golpes de calor de perros que estaban dentro de coches, que se ponían a 41 y 42 grados de temperatura. Y cada uno requería un tratamiento”. Formación e investigaciones en veterinaria La calidad en el servicio y la atención veterinarias han mejorado muchísimo. Ignasi Farràs reconoce que, desde siempre, y con asociaciones como AVEPA, había el interés de que la gente se formase, de que tuviera la posibilidad de mejorar en sus aspectos cotidianos, es decir, hacer una mejor atención. “AVEPA, la Asociación de Veterinarios Especialistas en Pequeños Animales, lideró durante muchos años, y lidera hoy, la formación continuada de los profesionales que se dedican a esta tarea”. Se celebra un congreso anual, seminarios de formación, encuentros por especialidades, cantidad de actos y reuniones“que hacen que un veterinario que se quiera dedicar a la clínica de pequeños animales tenga donde formarse. Porque aunque se salga con conocimientos de la facultad, la realidad supera en mucho a las expectativas que dan los estudios de la carrera. Un veterinario que quiera prosperar tiene que formarse con cursos, seminarios, estancias, etc.” “Es necesario este contacto más directo en la clínica” Ignasi Farràs destaca que el trabajo del veterinario de pequeños animales es muy vocacional e, incluso, quizás muy sacrificado, porque para el veterinario clínico no hay horas. “La formación es importante, y también la relación con los compañeros. Escuchar a otros compañeros que realizan la práctica clínica, y transmitir conocimientos de unos a otros. Los conocimientos, hoy en día, están mucho en Internet y hay mucha gente que cree que Internet lo es todo, y no lo es. Es necesario este contacto más directo en la clínica”. Reconoce que hace falta una consolidación de la formación,“que se establezcan unos criterios para que se pueda valorar cuándo un veterinario es especialista en un aspecto determinado de la clínica”. Farràs prosigue que no hay veterinarios oftalmólogos, pero hay veterinarios especializados o diplomados en oftalmología, en dermatología, en medicina interna. “Hay una gran cantidad de profesionales que pueden dedicarse específicamente a una faceta de la profesión o a varias”, detalla, pero, en todo caso, especifica que la clínica ha cambiado muchísimo a mejor. “Se hace un servicio de una gran calidad y la competencia que se ha creado estimula que cada uno se forme cada vez más para ejercer la profesión. Antes, uno podía abrir una consulta de hoy para mañana, y ahora ya no, no hay nadie que se atreva a hacer eso porque se necesita un poso de formación que no se consigue en dos días”.

RkJQdWJsaXNoZXIy NTI5ODA=